EL PRIMER PASEO ESPACIAL
Aunque ante una pregunta sobre los “paseos espaciales”,
Jorge Luis Borges contestara una vez que “¿pero todos los paseos son
espaciales, no?, hay que reconocer que estos cuyo primero se conmemora el 18 de
marzo de 1965, es un paseo espacial, espacial. Lo hizo el cosmonauta ruso
Alexei LEONOV que orbitaba en la nave Voskhod 2. Estuvo en torno a 10 minutos
fuera de la nave (ligado a ella por un cordón de seguridad) y le grabaron desde
la nave como se puede ver en este documento histórico: https://www.youtube.com/watch?v=N-W6m7AEEMc
Con esta hazaña, la URSS se adelantaba por segunda vez a
EE.UU en la “conquista del espacio”, pues ya Gagarin (que murió también en
marzo, el 27 de 1968) había sido el primer cosmonauta de la historia en 1961.
Los americanos no pudieron resistir la afrenta y, entre
otras cosas, reformaron los currículos escolares en ciencias ya que estimaron
que estas victorias de los rusos se debían a un sistema educativo que primaba
las ciencias (¡ ay ! Wert ). Pero también trabajaron duro con sus científicos e
ingenieros y en diciembre de 1968 les pasaron ampliamente con el primer viaje tripulado
a la luna.
Y solo 7 meses
después remataron la victoria: El Apolo 11 llevó a la luna y se posó plácidamente
en su superficie, permitiendo a Neil Amstrong ser el primer ser humano que
pisaba otro suelo que no fuera el de nuestro planeta.
UNA DE RELOJEROS
Los relojes, además de ordenar nuestra actividad cotidiana y
hacernos constatar el paso del tiempo (aunque “cuando el reloj nos da las
horas, no nos las da, ay! nos las quita”, escribió José Bergamín) han servido
en la historia científica para muchas cosas. Por ejemplo, para determinar la
LONGITUD (la que junto con la Latitud, nos permite situar un punto en el globo
terrestre).
Conocer la latitud de un punto del globo es bastante sencillo,
pero determinar la longitud de un lugar no se resolvió hasta la segunda mitad
del siglo XVIII . El asunto era de vital importancia pues, por ejemplo, si se
descubría una isla con riquezas naturales, había que saber volver a ella, y las
inexactitudes en la longitud lo podían hacer imposible ya que para ello se
necesitaban las dos coordenadas.
Tan era así que muchos gobiernos (España, Portugal…)
ofrecieron premios a quien diseñara un mecanismo para el cálculo de esta
coordenada en el mar. Los Ingleses, primera potencia mundial marítima, crearon
un “Comité de la Longitud” y ofrecieron un enorme premio en metálico a quien
construyera un reloj lo suficientemente preciso. El concurso lo terminó
ganando John HARRISON, nacido el 24 de
marzo de 1693, que inició su vida profesional como carpintero y que sin que se
sepa con que conocimientos construyó en
1713 un reloj de péndulo exclusivamente con madera de roble y boj. El concurso
lo ganó con el denominado “cronómetro H4”, el cuarto de la serie que dedicó al
problema y que está fechado en 1759.
A partir de él se dieron ya muchas mejoras. Entre los más
afamados constructores de estos relojes está Ferdinand BERTHOUD (nacido el 19
de marzo de 1727), que acabó siendo miembro de la Royal Society, y Relojero
oficial de la Marina y del Rey. Aquí están algunos de los construidos por Berthoud:
Esos relojes se suelen denominar “Cronómetros marinos” y eran capaces de no variar (adelantar o atrasar) a pesar el movimiento continuo y frecuentemente brusco de las naves, así como los cambios de presión, temperatura y humedad. Llevando un reloj con la hora del punto de salida y determinando la hora “local” por métodos astronómicos, se podía conocer la diferencia horaria entre los dos lugares y de ahí obtener la distancia en grados entre ellos, ya que cada hora se corresponde con una diferencia entre meridianos de 15º.
Se puede leer una historia del logro de Harrison en el
magnífico libro de divulgación “LONGITUD”, de Dava SOBEL. También tiene que ver
con ello la entretenida novela “La Isla del día de antes” de Umberto ECO, en la
que Eco recupera la extravagante teoría del “polvo de la simpatía”, teoría de
la que también se puede aprender algo en el libro de la Sobel.
LA HISTORIA INTRIGANTE DE LAS HUELLAS DACTILARES
El 19 de marzo de 1930 murió Henry FAULDS. Médico,
científico y misionero. Esta última actividad le llevó en 1873 a una misión
médica establecida por su iglesia en Japón. Allí, acompañando a un amigo
arqueólogo se dio cuenta de las leves trazas que quedaban en algunos fragmentos
de cerámica de las huellas dactilares de los artesano que las habían fabricado.
Empezó a interesarse por los “surcos de la piel” en las yemas de los dedos. Y
observando huellas de amigos y pacientes en el hospital intuyó que surcos
tenían un patrón que era característico de cada individuo y gracias a ello pudo
liberar del arresto a un colaborar del hospital que había sido detenido como
sospechoso de un hurto.
Para para asegurarse de que su idea, que unía huellas,
biología y evolución, permitiendo elaborar un método de identificación de
individuos era correcta científicamente, escribió, ni más ni menos que a
Charles Darwin. Pero el gran Darwin además de muy ocupado estaba ya enfermo
(moriría un par de años después) y, aunque no se implicó en el asunto, si le
comunicó a Francis Galton, su primo (ver “Lo que se quedó en el tintero de la
2ª quincena de enero"), lo que le había contado Faulds.
Unos años más tarde Galton reivindicaría la idea del uso de
las huellas como método de identificación. También lo hizo Willian Herschell
(un oficial ingles destacado en la India y hermano del famoso astrónomo), que
ciertamente lo usaba. Pero ninguno de los dos ni algún otro que también se unió
a la búsqueda de reconocimiento y fama, había escrito nada sobre el asunto en
ningún medio científico, cosa que sí había hecho FAULDS: el 28 de octubre de
1880, apareció en la prestigiosa revista NATURE, su artículo “On the
Skin-furrows of the hand”, que le dio la prioridad en el descubrimiento de uso
médico, forense y policial de las huellas dactilares.
LA PRIMERA “PELÍCULA”
Los hermanos Lumière presentaron a un grupo de amigos el día
22 de marzo de 1895 la que pasa por ser la primera toma fotográfica en
movimiento. Un invento tecnológico que acabaría creando una de las industrias
más poderosas que se conocen, siendo una pieza fundamental en los hábitos de
ocio de la sociedad actual y la base de un arte que nos divierte, enseña y
emociona (y en ocasiones todo a la vez) a muchos de nosotros.
Esta es la primera película de los Lumiere: https://www.youtube.com/watch?v=xxLGDF_121U
LA SAGA DE LOS CURIE EN EL MES DE MARZO
Como si los hados se hubieran concentrado en marzo para esta familia: Irene Joliot-Curie, hija de Marie y premio nobel como ella, murió el 17 de marzo de 1956. De leucemia, como su madre. El 19 de marzo de 1900 había nacido su marido, Pierre Joliot-Curie (habían adoptado ambos el apellido compuesto que los identificaba con la madre), permio nobel junto a Irene en 1935.
Entre medias, el 25 de marzo de 1903, el periódico The Times
anuncia el envío que Pierre y Marie Curie han hecho a la Academia de Ciencias
de su descubrimiento del Radio. Una sustancia cuyas propiedades ellos mismos
describen de forma que da miedo:
“posee la propiedad
extraordinaria de emitir calor continuamente, sin combustión, sin cambio
químico de ningún tipo, y sin ningún cambio en su estructura molecular, que
sigue siendo espectroscópicamente idéntica después de muchos meses de emisión
continua de calor ... de tal manera que la sal de radio puro fundiría una
cantidad mayor que su propio peso de hielo cada hora ... Un tubo pequeño que
contiene Radium, si se mantiene en contacto con la piel por algunas horas ... produce una llaga abierta,
mediante la destrucción de la epidermis y la piel debajo de cierto ... y causa
la muerte de los seres vivos cuyos nervios centrales no están suficientemente
profundos como para estar a salvo de su influencia”
Así que no es de extrañar que madre e hija, todo el día
entre elementos radiactivos murieran como murieron desgraciadamente. La mejor
biografía de Marie Curie la escribió su hija Eva ("La vida heroica de Marie Curie") y su lectura es un placer
además de hacernos vivir las interioridades de la investigación científica.
Para completar la información está el libro, espléndido, de José Manuel Sánchez
Ron, “Marie Curie y su tiempo”.
LAS CONJETURAS: ALGO FASCINANTE EN EL MUNDO DE LAS MATEMÁTICAS
Las conjeturas matemáticas son afirmaciones que algunos
matemáticos han hecho en la historia de modo que, sin saber muy bien (o en
absoluto) cómo llegaron a ellas, resultan demostradas tiempo después (pero
mucho, mucho, en ocasiones) o continúan sin serlo, pero tampoco sin que su
falsedad o incorrección lo haya sido tampoco. Es, pues, como si esas gentes “vieran” esas relaciones matemáticas a través de la bruma de
los números.
Conjeturas hay muchas; de Fermat (ya demostrada), de Kepler
(aún sin demostrar), de Ramanujan, de Poincaré…
El día 18 de marzo de 1690 nació Christian GOLDBACH. Un tipo que se relacionó con
Leibnitz, Bernouilli… y que en una carta a Euler en 1727 le da cuenta de lo que
se conoce como la Conjetura de Goldbach: “todo número par mayor que 2, puede
expresarse como la suma de dos números primos”.
Pues ahí sigue, sin demostrarse, aunque se sabe cierta para
pares menores de 1018 !!! Hay que hacer notar aprovechando la cosa la
diferencia esencial que hay entre saber que casi para todos los casos que
probemos la conjetura es cierta y lo que sería su demostración. Y es que
“demostrar” es una noción que exige mucho, muy fuerte. Salvo para los
políticos, claro, que se pasan el día demostrando esto y lo otro, ¡ y sus
contrarios!
Hay una segunda conjetura de Goldbach, que se denomina “débil”
(la anterior es la “fuerte”): “Todo impar mayor que 7 se puede expresar como la
suma de 3 primos”. Tampoco está demostrada, pero nadie ha encontrado un caso en
que no se cumpla.
Una novelita interesante sobre estos asuntos: “El tío Petros
y la conjetura de Goldbach”, de Apostolos Doxiadis (Ediciones B)
El de la foto es Grigory Perelman y pasa por ser un genio: rechazó el premio de un millón de
dólares por resolver la conjetura de Poincaré. Se había propuesto en 1904 y la resolvió en 2003.
UNA FECHA BOCHORNOSA, UNA PELÍCULA EJEMPLAR Y UN CIENTÍFICO MILITANTE
En el Estado de Tennessee, en 1925, a instancias de John
Washington Butler se estableció una ley, denominada desde entonces como el
“Acta Butler”, que establecía la prohibición de enseñar la teoría de la evolución. Y lo hacía en los siguiente términos específicos:
“será ilegal para cualquier profesor en cualquiera de las
universidades, escuelas de maestros y todas las demás escuelas públicas del
Estado sostenidas en su totalidad o en parte por los fondos del Estado, enseñar
cualquier teoría que niegue la historia de la Creación Divina del hombre tal
como se enseña en la Biblia, y enseñar en cambio que el hombre desciende de un
orden inferior de animales”.
En mayo de ese mismo año John SCOPES, fue encausado por
violación de esta disposición legal y el juicio fue el primero en ser
trasmitido en directo a nivel nacional en EE.UU.
Scope fue condenado a pagar 100 dólares (de entonces), y
aunque en la apelación no se admitieron los argumentos de la defensa, fue
declarado “no culpable”, pero por un tecnicismo legal.
Este caso judicial, que popularmente se denominó “el juicio
del mono”, fue llevado primero al teatro y en 1960 al cine con el título de “La herencia del viento”. La dirigió Stanley
Kramer , la protagonizó un maravilloso Spencer Tracy y en mi opinión debería
hacerse ver obligatoriamente en escuelas e institutos (por supuesto, también
los adultos deberían verla).
En esta dirección se puede ver “on-line”: http://www.shurweb.es/videos/la-herencia-del-viento/
Lo extraordinario es que hubo de esperarse a 1967 para que el
Acta de Butler fuera abolida después de sufrir repetidamente procesos en los
que se le acusaba de ir contra la libertad de expresión garantizada por la
Primera Enmienda de la constitución americana.
Y la lucha contra la teoría evolutiva sigue. Poco a poco, el
fundamentalismo religioso, creacionista y opuesto a la teoría de la evolución
ha ido ganando terreno en algunos Estados de EE.UU, hasta el punto de que en
1987 el Tribunal Supremo de EEUU tuvo que prohibir que el creacionismo se
enseñase en las clases de biología, dado su carácter pseudocientífico al
tratarse de un dogma religioso. Pero en 2002 ha habido nuevos intentos de
prohibir la evolución en las aulas y en Kansas la junta escolar del Estado
pretendió prohibir la enseñanza de la Teoría de la Evolución abanderando un
movimiento en una quincena de Estados.
En la actualidad el creacionismo se presenta como teoría del
“Diseño Inteligente” y pretende ser enseñada como teoría científica al mismo
nivel que la Teoría de la Evolución. Esta “alternativa religiosa enmascarada de
teoría científica” tuvo también un intento de ser introducida en España entre
2005 y 2006 con el apoyo de la conferencia Episcopal, el diario ABC, el Diario
Vasco y La Razón, dedicándole extensos reportajes.
Se pretendió incluso hacer presentaciones públicas en
algunas universidades. Fueron los biólogos y científicos en general quienes con
sus públicas protestas evitaron este movimiento.
Lo mejor para vacunarse contra esta pseudoteoría científica
puede ser leer el libro de uno de los más grandes científicos españoles,
Francisco AYALA, “Darwin y el Diseño Inteligente” (alianza editorial, 2008).
Decir que Francisco Ayala, biólogo exdominico, ha llegado a ostentar el cargo
de Presidente de la prestigiosa y poderosa “Asociación Americana para el Avance
de las Ciencias” y fue asesor del Presidente Clinton, además de ser profesor de
biología evolutiva en la Universidad de California. Y cristiano, claro.
Pero quizás mejor sea leer y/o ver los vídeos divulgativos
del científico más militante en la lucha contra los fundamentalismos religiosos
que meten las narices en temas científicos y a favor de la cabal comprensión de
la teoría de la evolución. Se llama Richard DAWKINS y nació el 26 de marzo de
1941. Sus vídeos científicos divulgativos
se pueden encontrar en esta página española dedicada a facilitar documentales
científicos. Una página fantástica que cualquier día puede desaparecer. Así que
daos prisa. La dirección es: http://www.docuciencia.es/
Una prueba de que la ignorancia y los vestigios antievolucionistas siguen ahí, es la bochornosa etiqueta del anís del Mono, en la que se usa una caricatura de Darwin.
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